Rafael Nadal culminó una semana gloriosa con su victoria sobre Denis Shapovalov (6-3, 7-6(7)) para dar a España su sexta Ensaladera en un 2-0 sobre Canadá, punto decisivo que sumó a un ejercicio de superioridad imparable en la Caja Mágica de Madrid.

Nadal es invencible en Copa Davis y, después de la victoria previa de Roberto Bautista sobre Felix Auger-Aliassime, Shapovalov lo sufrió. La joven pareja canadiense, que ganó la Davis Júnior en 2015 en el pabellón madrileño, sufrió la motivación in crescendo de la Armada, que no pierde una eliminatoria en casa desde 1999, a base de remontadas y superar reveses fuera de la pista.

Nadal no pierde un partido con la Roja puesta desde hace 15 años y logró su 29ª victoria individual seguida para devolver a España a lo más alto ocho años después. Quinto título para Nadal al igual que Feliciano López. El número uno se apoyó en un saque más que fiable y la resistencia de Shapovalov se fue poco a poco agrietando. Salvó un inició con dudas, pero afrontó bola de break en cada saque hasta que cayó.

Nadal se puso 5-2 y con 10 errores forzados menos que su rival se apuntó la primera manga en poco más de media hora. Shapovalov venía de jugar el mejor tenis de su prometedora carrera, que comenzó a resonar ganando al propio Nadal en Montreal en 2017, y no tiró la toalla. Aguantó el chaparrón y desafió a su prestigioso rival en un toma y daca que resolvió la emoción de una muerte súbita, con tres bolas de torneo en la enésima píldora de épica del héroe nacional.

Nadal hizo buena la emocional victoria de Bautista, quien volvió a la Manolo Santana tres días después de perder a su padre. La nueva Davis no dejó de poner a prueba a la anfitriona, obligada a remontar de madrugada casi cada jornada y sacudida por la fatal noticia que llevó a Bautista a abandonar el equipo. "Para salir de la adversidad hay que dar la cara", dijo tras su 7-6(3), 6-3, que celebró con emoción, con los dedos y mirada hacia el cielo.

Con el equipo de Sergi Bruguera un tanto en cuadro, tras las últimas molestias de Pablo Carreño y Marcel Granollers, más el desgaste de Feliciano en semifinales, Bautista dio un paso al frente y pronto disipó cualquier duda de juego y mente. También podía haberlas sobre Auger-Aliassime. La otra promesa canadiense debutaba el día decisivo, cuidado por unas molestias en el tobillo.

Bautista comenzó con un par de aces en su primer juego y apretando y mucho al resto. Su rival tardó algo más en conectarse pero tuvo la primera bola de break, en un largo octavo juego que salvó a Bautista con el rugir de la Manolo Santana. Ambos calentaron sus saques pensando ya en una muerte súbita en la que dos derechas falladas por Felix dieron el set a Bautista.

El jugador local se metió más en la pista y aumentó la presión que llevó a muchos errores no forzados a su rival, una atmósfera nueva y hostil a sus 19 años. Le tembló el pulso a Auger con su saque y se vio 3-0 abajo, con opción incluso de 4-0, aunque no se rindió para recuperar la desventaja. En medio de un pique con la juez de silla, Bautista confirmó su regreso triunfal con otro break y media final. La otra media estaba garantizada.

A lomos de Nadal, que ganó 8 de los 11 puntos, salvó tres eliminatorias, Rusia, Argentina y Gran Bretaña, y jugó el dobles en los cruces, España se quedó su final, en el inicio de una nueva era para la Copa Davis, un torneo centenario que pedía cambios y que aún tendrá que hacer más, pero que dejó buenas dosis de emoción y pasión. La que enseña por ejemplo Nadal, un campeón de todo, quizá el mejor de la historia, que celebra más que en Melbourne, París, Londres o Nueva York cada punto de la Copa Davis.

Canadá

El sello Nadal y el modelo de vida de Roberto Bautista en el éxito de España