Nadal frente a Federer, la necesidad de primeros golpes de gran calidad

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Rafa Nadal busca este viernes su duodécima final en Roland Garros, segundo Grand Slam de la temporada. Y con el sabor especial de tener que hacerlo ante el suizo Roger Federer, con quien espera otra batalla como las de antaño, pero en la que ahora parte como favorito.



"Sigo pensando que Rafa es la vara de medir en tierra", expresó hace unas semanas el de Basilea durante su paso por el Mutua Madrid Open, torneo en el que volvía a jugar en tierra batida tras tres años. Semanas después, y un tanto de forma inesperada, está a las puertas de jugar la final del grande que más se le ha resistido en su larga carrera, con solo un triunfo en 2009, y precisamente ante su rey.

Ambos llevaban mas de año y medio sin verse las caras. En 2017, la final del Abierto de Australia, con triunfo en un gran partido de Roger, trajo la vuelta de una de las mayores rivalidades de este deporte. En la arcilla roja parisina vive su capítulo número 49, de momento con balance favorable para Nadal de 23 a 15.



Y esta amplia diferencia se debe principalmente al dominio que ha ejercido Nadal en tierra batida sobre un Federer que solo le ha ganado en esta superficie dos de sus 15 enfrentamientos, el último hace diez años en la Caja Mágica. El otro fue en la final del Masters 1.000 de Hamburgo en 2007, pero ninguna alegría más tiene el ex número uno del mundo sobre Nadal, cuya figura se agranda cuando juega en Roland Garros.

Nadie ha sido capaz todavía de batir en una semifinal en la Philippe-Chatrier a Nadal, que acumula ya un balance de 91-2 en este grande, y que en las tres últimas que ha disputado (2014, 2017 y 2018) no ha cedido ningún set. En las otras ocho, solo una fue contra Federer, en 2005, la que le dio el billete a su primer título.

Ante Federer se ha reservado el derecho de jugar cuatro finales con solo tres sets perdidos. Pero hay que remontarse hasta el 2011 para verles por última vez cruzarse en la capital francesa donde desde el 2015 no jugaba el tenista de Basilea, que quizá acude a esta cita con menos presión que antaño y después de haber aprovechado un recorrido sencillo hasta los cuartos, donde se deshizo de su compatriota Stanislas Wawrinka.

Esta victoria le ha dado moral para intentar dar la sorpresa ante un Nadal que ha ido también creciendo durante el torneo, al que llegó con el aval de su triunfo en Roma y después de una gira sobre tierra sin más éxitos y con algunas dudas, provocadas por otro parón por lesión en marzo, que precisamente le impidió jugar las semifinales contra Federer en Indian Wells.

El ganador de 17 grandes se ha plantado con firmeza en la penúltima ronda, dejándose únicamente una manga por el camino, ante el belga David Goffin. En su último partido, demolió al japonés Kei Nishikori con un gran desempeño, que vuelve a necesitar para eliminar a un rival que rehuye de los largos peloteos y que sabe que Nadal busca continuamente su revés como antaño.

Los dos tenistas han tenido descanso desde el pasado martes, todo lo contrario que los otros dos semifinalistas, el serbio Novak Djokovic y el austriaco Dominic Thiem, que juegn a continuación y que tuvieron que hacerlo el jueves tras la suspensión de la jornada del miércoles a causa de la lluvia.

El número uno del mundo se ha mostrado muy sólido durante todo el torneo y todavía no ha perdido una manga, mientras que el finalista del año pasado ha subido su nivel en sus dos últimos encuentros. Por lo que se augura un atractivo encuentro marcado en parte por la victoria hace unas semanas de Nole en las semifinales del Mutua Madrid Open por un doble 7-6.
 
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